El cineasta Guillermo del Toro llegó rebozante al anfiteatro del antiguo Colegio de San Ildefonso en la ciudad de México, ante un público desbordante que lo aclamaba dentro y fuera para ver la premier de su película Frankenstein que ha desatado la “guillermodeltoromanía” en todo el país para ver la nueva versión de la creatura de Mary Shelley que escribió hace más de dos siglos.
Ante una vaya de fanáticos que le pedían selfies y autógrafos, el cineasta se dejeba querer por sus seguidores que lo abrazaban y las chicas lo besaban, por sus obras tan emblemáticas que ha llevado a las pantallas de cine desde hace décadas.
Al entrar al anfiteatro que sus paredes resguardan un impresionante mural que pintó Diego Rivera hace varias décadas, el cineasta se sentó en el presidium acompañado por los protagonistas de la pelíucla Jacob Elordi que interpretó a la temible creatura, y Oscar Isaac quien interpretó al doctor que creó al fenómeno inhumano, se sentaron para escuchar al genio de “mounstrolandia”: “A los 11 años, un chavito de Guadalajara, de provincia, leyó el libro –y yo ya estaba haciendo Super 8– y dije: ‘Yo voy a hacer esta película. Voy a hacer cine fantástico en México’. Y el que haya hecho una película, Cronos, hubiera sido un milagro. Lo que ha pasado después, no sé ni cómo describirlo, a veces sí, ya sé que suena cliché, pero pienso que estoy borracho y voy a despertar”, afirma entre risas y aplausos de los presentes.
Siendo su decimotercera película en su carrera cinematográfica, Del Toro confesó que no sólo se trató de un reto personal que tenía desde niño, sino que también se convirtió en una especie de autobiografía por los crudos recuerdos que vivió al estarla filmando: “Algunas vivencias me pasaron durante el secuestro de mi papá, y otras me pasaron a nivel personal o con la familia”. “Me alegra mucho no haber hecho la película más joven, porque hubiera sido acerca de mi papá y yo. Y los papás pueden tener el corazón más limpio, pero son una sombra muy grande que cuesta trabajo entender como seres humanos, y uno pasa a veces las mismas ausencias a los hijos”.
En su momento el actor guatemalteco Óscar Isaac confesó que la creación de su personaje fue “un proceso profundamente íntimo”, que surgió de una charla con el director tapatío: “Hablamos con humildad, de todo: de nuestros padres, del dolor de nuestros padres, de la religión, del trauma de esa religión católica”. Al leer el guion, ambos terminaron “en lágrimas, llorando, porque se sentía muy personal”.
Señaló que la primer escena que filmó fue la última de la pelíucla, Del Toro aseguró que si no lloraba con esa escena no la “imprimía” es decir no la dejaba, pero despúes de varias tomas, confirmó que había elegido y hecho lo correcto.
Después se proyectó la historia en una pantalla gigante siendo una noche sensacional dirigida por Netflix quienes tuvieron la iniciativa de mandar a hacer dicha producción.
No se la pierdan.